Exposición en Thetford Hill Church

Oldest meeting house in continuous service in Vermont. Since 1773

Jorge Carlos Alvarez Díaz

Reseña de la exhibición en Thetford Hill Church – Vermont

Un recinto histórico dedicado a la espiritualidad, el culto religioso y el fortalecimiento de los valores en el tejido social, es sin lugar a duda, un espacio extraordinario para el montaje de una exposición fotográfica que apunta a la justicia social en la reflexión sobre la migración humana.

Entrar con una exposición fotográfica bajo el brazo a la iglesia de Thetford Hill, el templo para la congregación comunitaria reconocida como la más antigua en el estado de Vermont, porque no ha roto la continuidad de su servicio desde 1773, ha sido una experiencia que preservaré para el resto de mi vida. 

El sábado 27 de abril -un día anterior a la apertura de la exhibición- tuve la fortuna de contar con el apoyo en el montaje de mis imágenes por parte de Mary y Ray Chin, un matrimonio encantador que con mucho cariño y disposición, hicieron de ese momento un encuentro para preservar. Dos horas compartiendo experiencias, libros y música de Son Huasteco, bastaron para colgar las fotos y entonces darme cuenta que ésta no sería una exposición como cualquier otra.

Mi arribo a la cita dominical para la apertura de la exhibición fue con María Clara de Greiff y llegamos alrededor de media hora antes de la ceremonia religiosa. Apenas crucé la puerta, justo ahí, después de la escalera de la entrada, en el vestíbulo donde se cuelgan los abrigos, me encontré por primera vez con Robin Junker-Boyce, una mujer joven, sonriente, de mirada empática, agradable, que porta el cargo de “Pastor de la iglesia”. Robin de inmediato agradeció mi presencia y me señaló que traía en la mano una impresión de mi texto “Photography as an antidote”. Con un gesto cálido, me leyó un fragmento que la había impactado y agradeció mi presencia.

Pastor Robin me pidió -si era posible- que de la exposición, yo desmontara dos fotos que ella misma seleccionaría para poder mostrarlas y hablar de ellas durante la ceremonia. Por supuesto que lo hice con mucho gusto.

Las primeras palabras de la misa siguen resonando en mi mente. Algo así como: “No importa quién seas, o dónde te encuentres en tu vida espiritual, eres bienvenido en este santuario”. La denominada “Primer Iglesia Congregacional de Thetford Hill”, se basa en una filosofía incluyente y por tanto progresista, capaz de involucrar en la misma ceremonia dominical a Protestantes, Católicos, Mormones, Ortodoxos, Judíos, Musulmanes, Budistas o cualquier persona dispuesta a acercarse a una reflexión espiritual para llevar a cabo oración, meditación y acciones en favor de la comunidad.

Esta iglesia, con una hermosa arquitectura tradicional entre los templos de la Nueva Inglaterra, no incluye símbolos de religiones en ninguna parte. No hay presencia alguna de cruces, santos, pinturas sacras, vitrales, reliquias… nada. Un órgano tubular bellísimo en la parte alta del edificio  llamó mucho la atención. Ese día, el gran piano se encontraba al frente del santuario arropado por el coro comunitario que sonó espectacular. Algo insólito para mí, fue que durante la misa entran mascotas que se recuestan silenciosamente a los pies de sus dueños.

El desarrollo de la misa también fue novedoso para mí. La participación de los asistentes es muy activa a través de intervenciones para compartir experiencias, diálogos y anuncios sociales. Los niños juegan un rol muy importante y en un momento específico pasan al frente del templo para interactuar unos minutos con la pastora para contar vivencias, hacer reflexiones y compartir opiniones.

La misa llegó a su fin y se abrió la invitación a conocer mi exposición en el saloncito del café que se ubica detrás del templo.

Dimos paso a la inauguración de mi exhibición con las primeras palabras de mis nuevos amigos Mary y Ray, quienes habían preparado la lectura de mi texto “fotografía como antídoto”. La sorpresa fue que la lectura la realizaron a dos voces, de un modo sincronizado, con pausas y énfasis en algunas frases que leyeron simultáneamente.

Después de la lectura pude agradecer la asistencia de los presentes y comenzó la dinámica del diálogo con preguntas y respuestas, donde por cierto, algunos niños participaron de un modo sobresaliente.

Esta no fue una exposición como cualquier otra, la comunidad de la iglesia fue muy cálida, muy cordial, y expresó en todo momento su sorpresa y el agradecimiento sobre la muestra fotográfica. Fue notable su inquietud por conocer más sobre las personas retratadas, buscando entender mejor a los mexicanos y centroamericanos migrantes.

Algunas personas sentían pena y me expresaban lo avergonzados que se encontraban por las políticas migratorias de Trump. Me hicieron saber con mucha claridad su rechazo a las decisiones del gobierno presidencial de su país.

Una persona se acercó a mí y me habló de una idea que me pareció fantástica. Seth J. Itzkan, involucrado en proyectos para restaurar la tierra con el objetivo de revertir el calentamiento global, me habló de intercambiar el muro de metal y concreto, por un concepto de frontera verde. Siguiere un jardín rico y diverso. Un hábitat en medio del desierto a modo de oasis. Un paraíso natural para conectar a las dos naciones enfatizando el respeto hacia sus territorios. 

Un niño dibujó con gran detalle una de mis fotografías, se acercó, y su mamá me dijo que se encontraba fascinado por la personalidad de ese intrigante personaje Maya con vestimenta preshispánica que estaba retratado en mi foto.

La mayoría de los asistentes preguntó por las historias o momentos de contacto detrás de cada fotografía, y pusieron atención especial a los retratos que llevé a cabo en el “Centro de Migrantes Indígenas en Cancún”. Algo que los conmovió a profundidad y dejaron clara su intención de contactar a Pablo Martínez, fundador y visionario de esta valiosa iniciativa.

Insisto que esta no fue una exposición en el mismo tono de las anteriores en Dartmouth College, aún mostrando las mismas imágenes bajo el mismo concepto. El recibimiento de la comunidad de la primer iglesia de Thetford Hill realmente me hizo sentir entre amigos, en casa. Sentí que mi fotografía provocó algo positivo en la comunidad, y me confirma que los prejuicios sociales y el maltrato entre mexicanos y estadounidenses no tienen sentido alguno.

Las fotografías de esa exposición las he donado para el mejor uso de la iglesia de Thetford Hill en beneficio de sus futuras acciones comunitarias y me han dicho que buscarán que la exposición circule en iglesias de Nueva Inglaterra con las que tienen cercanía. La muestra estará montada hasta el último día de Mayo 2019.